Ética del experimento de Milgram

Este famoso experimento fue diseñado como respuesta a los infames juicios contra los criminales de guerra nazis, que declararon que "simplemente cumplieron órdenes". Milgram quería establecer si las personas realmente obedecerían a las figuras de autoridad aunque las instrucciones fueran moralmente incorrectas.

Lo más importante de recordar al juzgar el experimento es que las críticas actuales tienen el beneficio de la retrospectiva. Hace algunas décadas, Europa estaba marcada mentalmente por las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial y buscaba respuestas.

Incluso unos pocos años más tarde, en la década del ´60, estas heridas seguían abiertas. Milgram, que era judío, estaba tratando de establecer si las declaraciones de los criminales de guerra que establecían que sólo estaban obedeciendo órdenes era una defensa razonable o no.

En ese momento, la ética del experimento de Milgram parecía razonable, pero con los controles más estrictos que existen en la psicología actual, este experimento no hubiera sido permitido. La generación de Milgram necesitaba respuestas concluyentes sobre la "solución final" y un cierre de este capítulo de la historia humana. ¿La naturaleza humana es intrínsecamente mala o una persona sensata podría ser obligada por la autoridad a realizar acciones antinaturales?

Una vez más, el experimento de Milgram adquirió relevancia en la década del ´70 con la Masacre de Mai Lai, en donde la sociedad cuestionó los motivos detrás esta masacre así como también de otras atrocidades cometidas por los estadounidenses en Vietnam. Si bien las acciones de los soldados no pueden ser justificadas, se mostraron los efectos horribles sobre la psique y la moral de los jóvenes que produjo la exposición diaria a la muerte y al sufrimiento.

Las principales preocupaciones planteadas acerca de la ética del Experimento de Milgram se basan en una serie de factores.

Los estándares éticos modernos afirman que los participantes de cualquier experimento no pueden ser engañados y que deben ser conscientes de las consecuencias. Para ser justos, la investigación llevada a cabo después del experimento indicó que no hubo efectos psicológicos a largo plazo entre los participantes.

Sin embargo, el hecho de que estas personas pensaran que habían causado sufrimiento a otro ser humano, podría haber causado una angustia emocional severa.

Si bien el experimento de Milgram aparentemente no tuvo efectos a largo plazo sobre los participantes, es esencial que los estudios psicológicos tengan pautas estrictas. El Experimento de la Cárcel de Stanford es un ejemplo de un estudio que cruzó la línea y que causó un malestar psicológico en los participantes.

En algunos casos, estas cicatrices emocionales se prolongaron durante meses y años después del estudio, por lo que el cuestionamiento de la ética del Experimento de Milgram es una parte necesaria de la ciencia.

El efecto a largo plazo de seguir llevando a cabo estudios similares sería destructivo para la investigación sin engaño. Gran parte de las investigaciones de psicología exploran áreas donde los sujetos implicados son más escépticos que la media de la población.

Tal vez nunca estarían de acuerdo en participar en una investigación que fuera inofensiva o destinada a ayudar a los sujetos si se sabe que los investigadores suelen utilizar el engaño.

En conclusión, si bien no hay duda de que el experimento en su formato original no sería permitido, es importante recordar que Stanley Milgram no era una mala persona. Él estaba realmente tratando de descubrir las razones por las que los seres humanos podrían verse envueltos en un gran mal.

En la actualidad, en donde vemos que se realizan prácticas cuestionables en Abu Ghraib y Guantánamo, los experimentos de Milgram y la Cárcel de Stanford vuelven a ser relevantes.